Entrar al bar es hacer un viaje imaginario al pasado. El reloj de la barra detenido a las ocho, vaya a saber uno por qué, la madera que despide olorcito a recuerdos, las salas con plaquetas de chapa de publicidades de época y lo mejor de todo: el café riquísimo y las picadas fuera de serie, dignas de un cuadro.
El Federal nació como pulpería en 1864 sobre dos calles de tierra, la misma esquina de Perú y Carlos Calvo, por la que entonces circulaban carros y caballos. Los parroquianos se acercaban allí en busca de alguna copa, un juego de dados, una ronda de naipes, una apuesta. Más tarde la pulpería fue almacén y en la planta alta del edificio, donde ahora es el depósito de bebidas, funcionaba un prostíbulo clandestino.
Siguen esperando que los pidan, el mazo de cartas y los dados . Para los elementos electrónicos y los teléfonos inteligentes hay wi- fi free disponible. Ciento cincuenta años después, algunos detalles muestran que pasa el tiempo pero hacerlo allí es muy acogedor.
Recorrer los salones, nos muestra aquella época de viejas máquinas registradoras, cafeteras, botellas antiguas, vidrios fileteados, jarrones, cortadora de fiambre antigua y en la vereda, aun conservado el viejo buzón rojo en el que se acodaron aquellos cantores de tango y malevos.
En algún momento del fin de semana suena un tango en vivo, a la gorra, mientras tanto, se escucha de fondo la música de turno.
Donde está colocada la barra, se cuenta que luego de la fiebre amarilla de 1871, se encontraron cadáveres sepultados de antiguos habitantes de los conventillos y hoteles familiares de inmigrantes.
Las paredes y los pisos hablan. El director cinematográfico Coppola y la actriz de Amelie (Audrey Tautou) pasaron por allí, igual que muchos turistas que visitan San Telmo, la parte antigua de Buenos Aires.
Alrededor de 1950 el edificio se reinauguró como almacén con su amplia oferta de fiambres frescos, productos secos, mercadería al peso y bebidas alcohólicas y no sólo era el proveedor de rigor sino también punto de encuentro y referencia en el barrio. Se llamó El almacén de Don Jesús.
El bar cayó en los años 90 y en 2001 y estuvo cerrado. Pasado el ventarrón del corralito, lo compró y restauró el grupo argentino dueño también de Café Margot, Bar de Cao, Celta Bar y Café La poesía.
Silvia M. Vázquez
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