Dolores ingresa al lobby del hotel, pero no se dirige a la recepción. Se contacta por voz con un pequeño dispositivo que le consigue, paga y habilita de forma automática la mejor habitación al menor precio. No lleva equipaje porque la ropa es descartable. El viaje lo hizo en un taxi eléctrico conducido por una computadora, ya que el transporte público casi no es utilizado por la población. La escena corresponde a la tercera temporada de la serie Westworld y transcurre en el año 2058. Sin embargo, parece describir un futuro no muy lejano, una realidad que el turismo está por enfrentar.
¿Qué sucederá con el transporte masivo ya no tan masivo? Según la encuesta de Magma Global realizada en Estados Unidos, más del 60% de los encuestados no volverá a viajar en crucero nunca más en su vida. Y la parte más complicada la tendrán aeropuertos y terminales que ya no solo tendrán que estar atentos a prevenir situaciones de terrorismo y tráfico ilegal, sino que deberán asegurar una completa higiene a sus pasajeros y empleados ¿Qué sucederá con la manipulación del equipaje y las largas filas que se hacen para retirarlo?¿Se permitirá viajar con maletas? ¿Realmente es necesario viajar con tanto equipaje? Si algo no podrá faltar en el outfit de ningún turista sin duda será el tapabocas.
Por otro lado, las grandes cadenas hoteleras ya se encuentran trabajando en el sistema que permitirá que sus huéspedes contraten su habitación de forma previa y obtengan un código que les posibilite dirigirse de forma directa a su cuarto. El desayuno buffet está confirmado que es cosa del pasado. Sin embargo, todas las encuestas existentes revelan que los turistas optarán por las cabañas o departamentos aislados en sus próximos viajes, y quienes tienen el mayor desafío por delante son los all inclusive, que al igual que los cruceros, tendrán que redefinir toda su propuesta de negocio.
En relación a la gastronomía es importante destacar que será más nacional que nunca porque las barreras de exportación e importación serán cada vez más altas, esto sin contemplar que los alimentos asiáticos serán los menos elegidos por los paladares occidentales. Los cocineros a domicilio serán una moda en alza y otra ventaja es que los restaurantes se volverán por fin low waste, ya que lo desechable no ayudará con la recomposición económica ni con los nuevos estándares de higiene.
El turista estará más desconfiado que nunca y descreerá de toda información publicitaria idealizada en la que le ofrezcan conocer el “paraíso” o “vivir las mejores vacaciones de su vida”, y por esta misma razón pasarán algunos años para que tengan entre sus destinos predilectos a Estados Unidos, Reino Unido, España, Italia o México, Brasil y Perú. Además, el nuevo viajero buscará lugares no masivos y esperará contar con una agencia de viajes de cabecera que responda y resuelva sus problemas en el futuro. Por otro lado, a la mayoría de los países le llevará un buen tiempo recomponerse económicamente, lo que hará que aumenten los niveles de pobreza en la sociedad y por ende crezca la inseguridad, lo que llevará a que las ofertas se centren en propuestas accesibles, cercanas y seguras.
Todos los destinos del mundo exigirán a sus visitantes un seguro médico, un certificado de buena salud y antecedentes sanitarios, y por primera vez la lista de riesgo estará encabezada por países del primer mundo. El distanciamiento social será parte de la etiqueta durante un buen tiempo por lo menos en la gestión de congresos y ferias, y en los paseos organizados por los guías.
Y a menos que como en Westworld los robots terminen dominando a los humanos, el turismo no solo cambiará en cuanto a sus prácticas, sino que también en su significado porque hoy más que nunca estamos comprendiendo que no se puede vivir solo del turismo, que éste no es industria, que es mucho más que una actividad económica, y que la clave está en el trabajo en equipo.
Miguel Ledhesma
Secretario General
Organización Mundial de Periodismo Turístico
@MiguelLedhesma
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