Cuando ya el mundo y las actividades en todos los sectores productivos iban tomando poco a poco matices interesantes de reactivación y optimismo, surge una Guerra que va sembrando poco a poco un manto de incertidumbre por el gran alcance que puede llegar a tener.
La situación tiene muchas aristas muy delicadas de tocar, a cada instante en diferentes medios de comunicación vemos un conflicto que, con orígenes históricos, geográficos, políticos, económicos y mucho más, afecta directamente a una gran cantidad de seres humanos que ante nuestros ojos miran con impotencia y dolor cómo se destruye su vida y separa de tajo familias que quién sabe si se volverán a encontrar después de tomar un tren que los lleva a destinos inciertos, a enfrentarse con un futuro en el que indudablemente habrá que volver a empezar.
Hemos visto despliegues de equipos militares desconocidos para la gran mayoría de nosotros, con capacidades de destrucción inimaginables que aterran con solo pensar en estar cerca. Duele ver cómo lugares que anteriormente fueron escenarios del diario vivir, son hoy transformados en montones de escombros que sólo guardan recuerdos.
Si bien Ucrania, el segundo país más extenso de Europa después de Rusia, antes de la pandemia, ocupaba el puesto 31 a nivel mundial por número de visitantes, recibiendo mayoritariamente turistas provenientes de Moldavia 31,19%, Bielorrusia 18,89% y Rusia 10,60% *, cuenta, como todos los lugares del mundo con importantes lugares de atracción histórica y de naturaleza que la hacen poseedora de una cultura que combina modernidad y espiritualidad.
Con una población que profesa mayoritariamente el Cristianismo Ortodoxo en un 85%*, lo que constituye otro motivo de riña, cuenta con siete lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: Catedral de Santa Sofía, Conjunto del Centro Histórico de Lviv (Leópolis), Arco Geodésico de Struve, Bosques antiguos y primarios de hayas de los Cárpatos, la Residencia de los Metropolitanos de Bucovina y Dalmacia, Ciudad Antigua del Quersoneso, Tserkvas de madera de la región de los Cárpatos.
¿Qué pasará con Kiev, su moderna capital y la Catedral de Santa Sofía que se empezó a construir en el Siglo XII? ¿Con la universitaria Leópolis (Lviv) y su animado ambiente en medio de grandes monumentos arquitectónicos? ¿Con las afamadas playas del balneario de Odesa?
Por ahora hay más preguntas que respuestas, pero volviendo al título de este artículo y en nombre de la globalización que involucra a todos los países del mundo, la incertidumbre nos ronda y, como ya han anunciado muchos gobiernos, todos estamos atentos a las afectaciones que lleguen a los más remotos rincones del planeta como consecuencia de las restricciones económicas y de los bloqueos en los que ya están involucradas también algunas aerolíneas, líneas de cruceros, cadenas hoteleras y todo lo que ya sabemos que hace parte de esta gran cadena de valor que es la actividad turística.
*Datosmacro.com
Rosario Ortiz Conde
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