El Cañón del río Blanco y el Mirador de la Cordillera Central se han viralizado en las redes sociales a través de los aventureros por sus hermosas vistas hacia el Pico Duarte y La Pelona.
Justo cuando el reloj marca las 7:00 de la mañana, en el municipio de La Siembra en la provincia de Azua, un grupo de cuatro jóvenes se despiertan junto al cantar de los gallos y el aire fresco que emana de las montañas de la zona Sur de República Dominicana.
El aroma a café que desprenden los hogares de este pequeño y encantador municipio, rodeado de arroyos, funciona como motor de arranque para iniciar un día que pareciera ser lluvioso, pero aun así cargado de aventuras por los bosques de Quisqueya la bella.
Entre carcajadas y curiosidad transcurren cuarenta minutos de preparación para iniciar el recorrido que nos llevaría al destino que hemos decidido conocer este fin de semana.
“Debemos partir lo antes posible, antes de que comience la lluvia fuerte”, ha sido la expresión de Gabriel Abreu, un joven que se ha dedicado, con sus amigos, a explorar las montañas de la zona. Su tímida mirada funcionó como recordatorio para salir del municipio a las 8:25, es decir, con 20 minutos de retraso de la hora convocada.
“Con Dios y que no llueva”, expresa Mariela Alberto, una chica con espíritu aventurero que se ha trasladado desde Santo Domingo a explorar las montañas del Sur. Asimismo, Nicole Reyes y Claudia Rodríguez, dos exploradoras que también se encontraban en el trayecto se mostraron apasionadas por descubrir las maravillas turísticas que brinda cada rincón de la isla caribeña.
Comienzo
El recorrido inicia en cuatro motores desde el Distrito Municipal de La Siembra, perteneciente a la provincia de Azua. El guía con un tono de calma y serenidad nos da la opción de seleccionar las motocicletas de nuestra preferencia con el objetivo de que nos acomodemos como visitantes.
Los motores, algunos en mejores condiciones que otros, eran conducidos por tres ayudantes del guía y Gabriel, quien como capitán de la ruta también utiliza su moto para un total de cuatro.
El aire fresco que desprenden las lomas de la citada comunidad despierta curiosidad entre los cuatro turistas que hoy se dan cita para conocer un destino nuevo. A tan solo 30 kilómetros por hora conducen los líderes del viaje, debido a las condiciones climáticas que registra el día.
“Es mejor conducir despacio, por la ligera lluvia que nos mandó Dios esta mañana”, y también por las peligrosas, alargadas y repetidas curvas que tiene la carretera de aproximadamente diez kilómetros que conduce a Padre Las Casas, el primer pueblo que habría que pasar para llegar a nuestro destino final.
Los jóvenes emocionados y cargados de alegría se alcanzan y vociferan expresiones entre sí a medida que los motores realizan ligeros rebases entre ellos como si se tratara de una carrera
divertida, pero con precaución.
Transcurrieron 25 minutos para llegar a Padre Las Casas, reconocido municipio en el país por ser la tierra natal del merenguero Kinito Méndez. De inmediato los choferes recargan los motores en la estación de gasolina para continuar la aventura. “Ahora es que falta mambo”, le dice Gabriel a Nicole quien se muestra ansiosa por el camino. “¿Ay, Dios mío, ¿y aún faltan más curvas? ¡Qué Dios nos ampare!”, exclamó Nicole en la desolada estación de combustible.
Traspaso de una provincia a otra
Los motores se encienden como la chispa que llevaban los aventureros dentro. Es la hora de cruzar de una provincia a otra a través de la nueva y atractiva carretera Padre las Casas- Bohechio. El trayecto se hace embellecer por las nubes grises y el viento frío que sopla de las altas montañas de la Cordillera Central.
El reloj se sitúa a las 10:00 de la mañana y el recorrido continúa con el paso del municipio Bohechio, ya nos encontramos en otra de las provincias de la región Sur, San Juan. “¿Cómo van los ánimos?”, es la pregunta de uno de los conductores, quien se muestra preocupado por el clima al observar como las colinas se encargan de comunicar el estado del tiempo.
Además, el paso en las motocicletas por el municipio se hace acompañar del olor a leña quemada que desprenden los fogones de las cocinas campestres. Gabriel continúa su paso como capitán del
viaje y reduce la velocidad mientras pasamos por el pueblo para mostrarnos los atractivos que éste nos brinda.
Transitar el municipio de Bohechio, llamado así en honor al Cacique que habitaba estas tierras en sus orígenes y que tenía su dominio en el territorio llamado Jaragua, nos tomó alrededor de 10 minutos para conectar al otro pueblo.
10:25 de la mañana, la aventura continúa por la misma vía. Cada joven en los motores sigue el curso del viaje de manera silenciosa, pero deslumbrados observando las bellezas que obsequian las hermosas lomas.
“Es hora de pasar a otro de los pueblos”, expresa Gabriel con alegría, quien observando cada detalle de sus clientes el día de hoy, se manifiesta entusiasmado al mostrar las maravillas ecoturísticas que brinda su región.
Lluvia intensa
Las fuertes precipitaciones que arropaban las montañas de la cordillera no fueron suficientes para retrasar el viaje. Al pasar de Bohechio a Arroyo Cano, otro municipio de San Juan, es necesario detenerse a observar cómo la mañana de un domingo los pueblerinos se aglomeran en las calles a dejarse llevar por el ritmo del folclor urbano de la bachata y el dulce amargo de la cerveza dominicana.
El subir y bajar de las colinas, el olor a pino mojado y la intensa lluvia nos adentran en el corazón de la Cordillera Central. Allí todo es paz, y aunque no se escuchaba el canto de los pájaros por el aguacero, el sonido de la naturaleza se hacía imponente.
Han pasado dos horas del recorrido, pero las maravillas que brinda la naturaleza no deja pensar en el tiempo que llevamos. El trayecto continúa con el sonido de los arroyos y las distintas chorreras que brotan desde las entrañas de las montañas dominicanas.
La historia continúa hacia el destino final, el Mirador de la Cordillera Central, un espacio que se ha viralizado por los aventureros a través de las redes sociales y que pocos dominicanos conocen de él. “Hemos llegado al segundo desafío”, nos dice Gabriel. Y es que, al llegar, se observa una inmensa y empinada subida que tarda alrededor de 40 minutos en escalarla.
Desde la zona más baja de la Presa Hidroeléctrica Palomino se pueden observar una serie de números que marcan los metros sobre el nivel del mar. “Hay que llegar hasta el 830 para estar en el mirador de la cordillera”, comenta el guía principal.
La adrenalina por escalar la montaña pasó de ser una ilusión y se convirtió en una realidad para los aventureros. Entre el deslizamiento de los calzados con las rocas envueltas de lodo comenzamos a
escalar. Cada paso convierte la escalinata en un reto que requiere de salud física y mental.
Cada vez el objetivo se hacía más cercano y encantador al observar la hermosa vista que brinda la cordillera en conjunto con el río y el paisaje gris que ese día allí habitaba. “Y finalmente llegamos”, dice Gabriel con el rostro de felicidad al cumplir su objetivo como guía.
830 metros han sido suficientes para que nuestros ojos puedan observar la cordillera. La impresionante vista se hacía acompañar de un clima frío y lluvioso. “Estoy seguro de que este es uno de los mejores paisajes montanos que tenemos en República Dominicana”, asegura Claudia quien no para de tomar fotos tratando de obtener las mejores tomas.
Contemplar las cimas más impresionantes de nuestra Cordillera Central, como La Pelona y el Pico Duarte hacen que este paraíso se convierta en un atractivo turístico para la región Sur. Lo que hace de esta escalada una de las más interesantes y hermosas de la República Dominicana.
La alegría y la felicidad al alcanzar el objetivo del viaje terminó en una de las cascadas que ofrece el recorrido: “la Cascada del Amor”, una chorrera con unos dos metros de altura compuesta por una fuerte corriente que la convierte en un atractivo para sus visitantes.
“Cuánta belleza nos ofrece nuestro país”, reiteró en varias ocasiones Mariela. Aunque en sus viajes por el país había visto destinos impresionantes, lo que observaba allí era inigualable y totalmente
mágico por lo que la travesía la llevará a hacerse eco para que otros realicen este encantador recorrido.
José Luis Ramírez García
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